En las distintas cárceles públicas o centros de detención desplegados a lo largo de Chile, la elaboración de artesanía carcelaria se transformó en una terapia para los prisioneros. “Un espacio de concentración con significado espiritual para crear belleza en medio del dolor; generar espacios de encuentro con la forma y el color en la oscuridad misma. Salir de la prisión en un vuelo imaginativo lleno de esperanza”, señala Ana María Moreira, una de las directoras del Taller Laboral de Mujeres del Campamento de Prisioneras de Pirque, en la obra recopilatoria Libres en prisión. La otra artesanía (2015), disponible en el Centro de Documentación (CEDOC) del Museo.
Pese a las condiciones de maltrato y aberración, los detenidos lograron notables niveles de organización en los centros de detención, estableciendo talleres de manufactura para fabricar regalos o, después de varios meses, productos en serie que les permitían generar un pequeño sustento económico para sus familias.
El trabajo en cuero, más conocido como talabartería, fue una actividad desarrollada principalmente por hombres. Una manifestación artística que, como válvula de escape para desplegar la denigrada autoestima personal y colectiva, les permitía a los presos generar un vínculo con la creación y con la posibilidad de sentirse libres. Y cuando estos objetos lograban salir de la cárcel, por presión internacional o por autorización –generalmente- de gendarmería, representaban un símbolo de belleza increíble para sus familiares y amigos.
Lautaro Fernández Canque fue uno de los detenidos que, durante su permanencia en 3 Álamos, elaboró con sus propias manos la cartera que se observa en la fotografía. Material donado por su familia y actualmente en proceso de restauración y conservación realizado por el laboratorio especializado del Museo –aplicando un jabón especial para evitar que se resquebraje más-, para posteriormente incorporarla a la muestra permanente del edificio.
15 February, 2017