Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, la comunidad internacional reflexionó profundamente en torno a las atrocidades ocurridas durante el conflicto, estableciendo el compromiso de trabajar en conjunto para impedir en el futuro, cualquier hecho que esté en contra y afecte la dignidad del ser humano. Es así, como nace la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1945.
La creación de las Naciones Unidas, conformada inicialmente por 51 Estados —en la actualidad 195—, dio origen a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, documento de relevancia histórica, en el que participaron representantes de todas las regiones del mundo con diferentes antecedentes jurídicos y culturales, que fue proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en París, el 10 de diciembre de 1948. La declaración contiene 30 artículos que buscan velar por toda persona natural, sin importar su origen, género, religión, idioma y su condición sexual; y establece, por primera vez, los derechos humanos fundamentales que deben protegerse en el mundo entero.
Dentro de la comisión encargada de redactar la Declaración, integrada por el Dr. Charles Malik (Líbano), Alexandre Bogomolov (URSS), el Dr. Peng-chun Chang (China), René Cassin (Francia), Eleanor Roosevelt (EEUU), Charles Dukes (Reino Unido), William Hodgson (Australia) y John P. Humphrey (Canadá); también hubo un representante de nuestro país, el juez Hernán Santa Cruz Barceló, reconocido por realizar importantes aportes al documento final en aspectos económicos, sociales y culturales. Anterior a esto, Santa Cruz desempeñó cargos destacados como embajador de Chile en la ONU, nombrado por el gobierno de Eduardo Frei Montalva y representante regional para América Latina.
«Percibí con claridad que estaba participando en un evento histórico verdaderamente significativo, donde se había alcanzado un consenso con respecto al valor supremo de la persona humana, un valor que no se originó en la decisión de un poder temporal, sino en el hecho mismo de existir – lo que dio origen al derecho inalienable de vivir sin privaciones ni opresión, y a desarrollar completamente la propia personalidad. En el Gran Salón… había una atmósfera de solidaridad y hermandad genuinas entre hombres y mujeres de todas las latitudes, la cual no he vuelto a ver en ningún escenario internacional» declaró el jurista, tras finalizar la presentación del primer proyecto de la Declaración en París, instancia donde sólo ocho naciones se abstuvieron de votar, pero ninguna votó en contra.
11 December, 2017