Las arpilleras se han convertido en un arma de lucha, arte y resistencia política. En dictadura tuvieron un auge que incluso traspasó las fronteras, denunciando las innumerables violaciones a los derechos humanos cometidas por el Estado chileno. Llega a Valparaíso “Pobladores, resistencia y organización”, exposición itinerante del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos.
La colección está conformada por arpilleras que relatan el allanamiento con tanques, los comedores infantiles, las tomas de sitio, el abastecimiento de agua, la falta de trabajo, por mencionar algunas de las realidades presentes en esta muestra.
El arte de las arpilleras nació en Chile gracias a Violeta Parra, quien habría iniciado la técnica de bordar sobre este textil cuando quedó en cama por un largo tiempo, producto de una hepatitis. Su influencia fue tal que las arpilleras trascendieron en el tiempo, logrando su auge en época de dictadura, donde fueron una herramienta de denuncia social que logró trascender los campos de la censura y la represión.
Bordar era una actividad muy propia y representativa de aquellos años, que inicialmente quedaba en manos de madres, hermanas e hijas de detenidos desaparecidos, presos y ejecutados políticos. En ellas plasmaban sus preocupaciones, inquietudes y esperanzas. Con el tiempo se sumaron otras mujeres que frente a la cesantía, el hambre y la pobreza se reunían en talleres a nivel poblacional.