Educadora en el Museo Nacional Thyssen – Bornemisza de madrid, Luz Helena Carvajal Bautista llegó desde España al Museo de la Memoria y Derechos Humanos por la Beca Ibermuseos de Capacitación. La pasantía le permitió compartir conocimientos con las diferentes áreas en lo que coincidió con el cumplimiento de los 10 años del Museo de la Memoria.
Luz estudió Artes Plásticas con especialización en Historia y Teoría del Arte, trabajó durante 6 años en el Museo de Arte de Bogotá, que exhibe una colección de arte colombiano del siglo XX, y 4 de ellos los desempeñó como Directora del Área de Educación. Más tarde, realizó un máster en Museos y Patrimonios en la Universidad Complutense de Madrid, comenzando a trabajar el 2011 en el área educativa del Museo Nacional Thyssen – Bornemisza, que alberga una de las colecciones de pintura más importantes reunidas en el siglo XX, convirtiéndose en parte del patrimonio español.
¿Cómo descubriste el gusto por el trabajo educativo en el museo?
“El arte me entusiasmaba de muchas maneras, pero cuando me relacioné con otros a partir del arte descubrí que eso era mi campo de trabajo. Cuando estás frente a un grupo y sus ojos brillan porque han descubierto algo sin que la obra artística cambie, sino porque ellos en su mente, en sus ojos, han visto algo que no estaba antes, a través de preguntas y de un diálogo, es una sensación muy estimulante y gratificante’’.
¿Cuál es el perfil de los educadores de un museo?
“A pesar de que no hay una formación específica para educadores o hay muy pocas en el mundo, los educadores tienen un perfil muy diverso, dependiendo del tipo de museo en el que trabaje. Nosotros defendemos que es una labor profesional y que se requiere de un trabajo en equipo, donde los diferentes miembros aportan diversidad”.
¿Cuál es tu rol como educadora?
“Los educadores del Museo Nacional Thyssen – Bornemisza cumplimos desde las actividades programadas para los diferentes públicos como colegios, familias, jóvenes, grupos universitarios, adultos y personas con algún requerimiento especial, hasta el trabajo de planificación de los proyectos. En este sentido, diseñamos, desarrollamos, ejecutamos y evaluamos las actividades y proyectos del programa educativo del museo’’.
BECA IBERMUSEOS Y PASANTÍA EN MUSEO DE LA MEMORIA
La Beca Ibermuseo de Capacitación (BIC) es una convocatoria abierta a profesionales de museos iberoamericanos de los 12 países miembros para realizar pasantías profesionales. Su objetivo es fortalecer competencias y conocimientos, además de promover la circulación de información y facilitar el intercambio de experiencias. El año 2019 se abrió la cuarta convocatoria donde Luz postuló con el proyecto “Tránsitos y miradas’’, que le otorgó la beca.
“Hay una línea de acción social en el Museo Nacional Thyssen – Bornemisza muy desarrollada, consolidada y transversal, por eso he podido trabajar en cuestiones de género con diferentes colectivos y relacionarme con proyectos que se refieren a migración. De ahí nace ‘’Tránsitos y miradas’’, un proyecto sobre migración que queremos desarrollar con el Museo de Arte Miguel Urrutia de Bogotá’’.
¿Por qué elegiste el Museo de la Memoria para tu pasantía?
“Por la declaratoria que hicieron el año 2019 de Migración como Derecho Humano. Me parecía muy interesante, es como una apuesta porque entendamos la migración desde otro punto de vista, no solo desde el punto de vista conflictivo. Esta declaratoria me hacía pensar que todos somos migrantes y quería venir a conocer el enfoque y desde donde se trabajaba’’.
Esta declaratoria coincide con el lineamiento del proyecto.
“Precisamente. La migración hoy en día es una situación presente en muchos países, como en Chile, o en mi país de origen Colombia y también en España que es el país donde vivo actualmente. En Europa ocurren situaciones muy dramáticas en cuanto a la migración, las personas buscan mejores opciones de vida y mueren en el intento, el océano se convierte en una gran tumba’’.
Frente a esto, ¿cuál es el rol que debe tener el museo?
“Ese es el cuestionamiento, ¿podemos hacer algo?, la respuesta es sí. Pienso que lo primero es acercarnos a los públicos, conocerlos, conocer su experiencia y visibilizarla, pero también generar espacios de diálogo y transmitir esos entendimientos a otros públicos. Por eso uno de los objetivos del trabajo del área educativa es hacer puentes entre los distintos públicos y no trabajar a partir de guetos. De esta forma, cruzaremos experiencias y lograremos visibilizar y crear conciencia. Así es como entiendo el trabajo con migración”.
¿Cómo se desarrolla en la práctica?
“Ese es el punto, es lo interesante. El Museo Nacional Thyssen – Bornemisza ha trabajado con diversas asociaciones que reciben, atienden y apoyan la situación migrante de las personas en España, entonces a través de estas asociaciones es que logramos generar vínculos, tener visitas y generar líneas de trabajo. Asimismo, es importante trabajar desde el relato, porque el relato es lo que nos va a permitir que luego podamos contarlo y que llegue a muchas otras personas”.
MEMORIAS Y ESTALLIDO SOCIAL
Si bien el Museo Nacional Thyssen – Bornemisza de Madrid y el Museo de la Memoria y Derechos Humanos de Chile son diferentes en cuanto al material que proyectan, si se asemejan en las relaciones humanas que buscan establecer. En ambos museos, el resguardo de la memoria ya sea en temas de arte o historia es una pieza clave para continuar desarrollando el proceso de aprendizaje con el público.
¿Consideras que el Museo Nacional Thyssen – Bornemisza también es un resguardo de memoria?
“Totalmente. Una obra de arte es un resguardo de memoria, ya que nos deja una imagen y a través de esa imagen podemos entender otros modos de pensamiento y formas de entender el mundo, las relaciones sociales, políticas, culturales y económicas. Para mi es muy importante que las obras con las que trabajo en el museo se difundan, se conozcan y sean apropiadas por otras personas y por otros contextos, porque es ahí donde realmente el trabajo de educación está vivo y el patrimonio que tenemos está vivo’’.
Y tu pasantía coincide con el estallido social.
“Lo que resultó ser otra razón importante para venir a Chile. Las manifestaciones y el reclamo social que vivimos hoy día son reflejo de que hay una real participación de la gente. Creo que todos los museos tenemos en común que hablamos sobre humanidad, y a través de eso que nos conecta podemos potenciar el trabajo educativo en este momento crítico para la sociedad. Solo relacionándonos y aprendiendo unos de otros desde un punto de vista colaborativo, es como podremos encontrar un espacio activo en esta situación social’’.
Frente a esta crisis, ¿cómo debe actuar el museo?
“El museo debe dar la fórmula. Desde lo educativo podemos ser muy abiertos pero también podemos llegar a ser muy restrictivos. Creo que el museo es un entorno de aprendizaje amplio, diverso y heterogéneo, entonces mi sensación es que el museo debe abrir el espacio para que sean los públicos o las personas afectadas las que decidan cómo debería estar su relato presente o como deberían sumarse, y que el mismo proceso de decisión sea el que cree ese vínculo con el museo’’.
Significa abrir aún más los espacios.
“Claro. Y no es una tarea fácil porque aún todos los museos son estructuras muy verticales desde donde hay niveles y desde donde se toman finalmente las decisiones, entonces los espacios que se abren de participación son realmente mínimos. Por eso el cuestionamiento, ¿puede la gente intervenir en la colección? ¿puede intervenir en la museografía, en las decisiones de programación que tienen nuestros museos? quizá eso sería un extremo, pero así se convertiría en un espacio de museo abierto’’.
Se trata de voluntad.
“Si, se trata de qué voluntad política tienen o pueden llegar a tener los museos de abrirse realmente y dejarse afectar por la gente. Lo que también produce miedo porque va a desdibujarse lo que se entiende hasta ahora como un museo, sin embargo, ampliar los espacios para que la gente se relacione es un proceso largo y profundo, porque esa participación no se va a dar de un momento a otro. Si el museo no es un espacio de confianza, no es un espacio abierto, no es un espacio donde yo me siento y paso tiempo para reflexionar no se van a formar los vínculos’’.
En esta línea, la iniciativa de Ojos Bordados del Museo de la Memoria es un ejemplo.
“Exacto, va por esa línea, son esas acciones, alguien propone una idea, se realiza, y el museo acoge. Considero que eso definirá si el museo tiene política de apertura o no. Es una manera de revivirlo, hacerlo publico, recordar y que la memoria este viva en estas maneras de resistencia’’.
PUNTOS CLAVE EN LOS 10 AÑOS DEL MUSEO DE LA MEMORIA
Desde su inauguración en enero de 2010, el Museo de la Memoria y Derechos Humanos ha puesto a disposición de las personas las memorias de quienes vivieron la dictadura militar en Chile. Asimismo, a través de estos diez años ha buscado promover los derechos fundamentales de las personas que siguen siendo vulnerados en el presente, y que son abordados a través de exposiciones temporales, ciclos de cine, teatro y diversas actividades político-culturales.
¿Cuál es el aprendizaje que rescatas del Museo de la Memoria?
“Definitivamente la comunicación que hay entre los diferentes departamentos. Sé que es un trabajo muy complejo, pero yo creo que es fundamental la existencia de estas conexiones para que las áreas no desarrollen su material como un adaptador de un discurso cerrado, sino que aprendan y colaboren unas con otras. También destaco como este museo está en constante expansión al estar creado a partir de donaciones, haciendo una invitación constante a que la gente sume su relato’’.
Y llegaste especialmente en el cumplimiento de sus 10 años.
“Si, y fue un regalo. Creo que este aniversario sirve para pensar, echar una mirada atrás, hacer balances y evaluaciones. Además, el aniversario coincide con las movilizaciones sociales, entonces creo que es una oportunidad para que el museo tenga espacios de reconfiguración y de reencuentro con la gente. Y lo que he escuchado en estos días alrededor de este aniversario es precisamente esa conexión con lo contemporáneo, esa conexión con el momento actual. Esa es la manera de hacer viva la memoria, es una memoria dolorosa, pero es una memoria con la que crecemos y nos permite avanzar’’.