El hallazgo de cuerpos de campesinos de la localidad de isla de Maipo en los silos de una antigua construcción de piedra adosada a un cerro, los hornos de Lonquén, en 1978, fue el hecho que permitió empezar a establecer con claridad la situación de las personas que habiendo sido detenidas por patrullas militares o de Carabineros, o por agentes de las las policías secretas (DINA o CNI), se encontraban desaparecidas. Un singular tipo de atentado en el que se especializaron los regímenes militares latinoamericanos y que negaron con la misma vehemencia con que lo practicaron.